Zoom, herramienta clave para el teletrabajo que invadió la vida privada de las personas

Zoom, herramienta clave para el teletrabajo que invadió la vida privada de las personas

Para expertos, su uso y adaptación al mismo ha sido un reto, pero la clave es “dar lo que es de la presencia a la presencialidad y lo que es del mundo virtual a la virtualidad”.

La crisis sanitaria generó cambios abruptos que hicieron que la vida cambiara prácticamente de la noche a la mañana. Y, desde luego, el trabajo ha jugado un papel importante en este proceso, ya que el entorno laboral invadió la vida de casi todas las personas, al ser parte de lo más íntimo de cada colaborador: su hogar.

Al principio, el reto fue adecuar o improvisar en algún espacio de la casa para “trasladar” la oficina a la casa lo mejor posible. Y esta etapa vino la curva de aprendizaje y adaptación. Pero con el paso de las semanas, esta normalidad se plantó como si hubiera estado desde siempre.

Un cambio, y a la vez factor clave, ha sido el boom de la digitalización, ya que la vida misma y el entorno laboral pasaron de la comunicación directa a la digital. En este escenario, el protagonismo se lo llevan las plataformas como ZoomMicrosoft Teams y Google Meet.

Impacto en el hogar

Pero este cambio no ha sido aislado porque impactó en la vida de las personas, ya que las videollamadas han implicado que las personas pongan atención en lo que se ve en estas. Por lo tanto, numerosas personas, sobre todo aquellas que en sus juntas tienen que encender la cámara, procuran que los espacios cotidianos estén ordenados, tengan una buena presentación e incluso sean acogedores.

Sin embargo, hay factores que no se pueden tener bajo control: las fallas técnicas y los imprevistos personales y familiares que interrumpen las juntas; este último punto afecta sobre todo a los padres de familia, ya que les genera ansiedad que ocurran situaciones que los dejen mal ante los compañeros de trabajo.

Adicional, hay una serie de situaciones que generan la ya conocida “fatiga por Zoom”, como ya publicamos: 

    • Se imposibilita el lenguaje corporal, de modo que hay ambigüedad 
    • Esfuerzo extra para comunicar “correctamente” o con fluidez, con el objeto de sustituir la falta de cercanía física.
    • Exposición a ser “evaluados” por los compañeros.
    • Exposición a la autoevaluación, sobre todo en el caso de las mujeres.

Para Lluís Anyó, antropólogo y profesor de la Facultad de Comunicación Blanquerma – Universidad Ramon Llull, en Barcelona, España, “las videollamadas son un simulacro donde nos convertimos en avatares de nosotros mismos”, de modo que “son una representación, que nos crea la sensación de estar conectados con alguien, pero en el fondo estamos conectados con una pantalla”.

Por su parte, Miquel Àngel Prats, profesor de Tecnología Educativa también en Blanquerma – Universidad Ramon Llull, agrega que en ocasiones parece que, en las llamadas en estas plataformas, “hemos perdido el control y nos hemos sometido a cierta sobreexposición”.

Sin embargo, destaca que también hay cosas positivas porque “aprendimos mucho”. Mucha gente ha visto cómo crecían sus competencias digitales, nos hemos profesionalizado, por decirlo de algún modo”, así que para él la clave es “dar lo que es de la presencia a la presencialidad y lo que es del mundo virtual a la virtualidad”.

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